La Mola de Colldejou por el Tall del Mig y vuelta por el camí de Maçanes

 

 Cuenta Polibio de Megalópolis en sus Historias, que cuando el general cartaginés Aníbal Barca se dirigía hacia el Pirineo y los Alpes, durante la Segunda Guerra Púnica, se encontró con la Gran Mola en las proximidades de Kesse, la que mas tarde sería llamada Tarraco.

Había cruzado el Ebro y pensó destruir la ciudad, tal como había hecho antes con Sagunto, para dirigirse después contra Roma. Una enorme montaña de caliza le impedía el paso hacia la costa.

Desenvainó su espada íbera de doble filo y golpeó la gran mole por su parte central intentando partirla en dos. No pudo, porque la dureza de la roca de estas tierras solo era comparable al valor y fiereza de sus habitantes, los íberos ilercavones…

Pero quedó la marca: un corte justo en la parte central de la montaña , el Tall del Mig, como se le conoce desde entonces…

 

Si hay por estas tierras una montaña que se merezca una historia épica como esta, esa  es la Mola de Colldejou. O el Galápago, como aparece nombrada en algún mapa antiguo que tengo por ahí…

 

Lo del galápago se explica por su forma de caparazón tortuguero, como se puede ver desde la Sierra de Llabería.

 

 

Aunque ascender a la Mola de Colldejou desde la Torre de Fontaubella por el Tall del Mig no tiene nada de épico. Son unos quinientos metros de desnivel tó p’arriba, un poco pesados en su parte final, debido a una tartera, pero poco más.

Es cierto que el ascenso por la canal se hace entretenido y hay que andar con tiento si la roca está mojada, pero vamos, nada que un prejubilado en buen uso no pueda permitirse

Pero no adelantemos acontecimientos…

ITINERARIO

La Torre de Fontaubella – Camí del Tall del Mig -  Tall del Mig – Castell de la Mola – Racó dels Caragols – Salt del Llop – Coll del Guix – Bassa de Maçanes – Camí de Maçanes – Font de Fontesaubelles – Plà de la Femada – Riera de Fontaubella – La Torre de Fontaubella

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  Saliendo de la Torre de Fontaubella, la Mola se nos presenta así de majestuosa.

 

El pricipio del camino está perfectamente señalizado y discurre entre pequeños huertos.

 

Pronto entramos en el bosque y tomamos el sendero que está siendo acondicionado,  marcado y señalizado por el Consorci de la Serra de Llaberia

 

Limpio, limpio…

 

Se asciende, como ya he dicho, de forma directa. El bosque…ya veis, otoñal.

 

Tras ascender por una penosa tartera situada la pié de la canal, alcanzamos el Tall del Mig.

 

Y comenzamos a subirlo. No tiene mayor dificultad: rocas escalonadas con buenos agarres. Cuidado, eso sí, con la humedad y las piedras que puedan arrojar los que van delante.

 

Abajo la torre de Fontaubella y, al fondo, el Montsant.

Saliendo de la canal.

Hermosasa vistas de las cingleras.

 

La Mola, en su parte superior, es una meseta de piedras y pasto, con algún árbol despistado…

 

Junto a la cisterna de piedra seca.

 

Y el castillo.  Con doble foso.También daría para alguna historieta mágica, pero la realidad es mas prosáica. Parece que fue construido durante las guerras carlistas como torre de vigilancia.

 

Nos aproximamos a los precipicios que miran al sur y nos encontramos con un pequeño rincón tranquilo y recogido: el Racó dels Caragols. Y el abismo a sus pies…

 

De las grietas de las paredes emergen varios tejos…

 

El Mediterráneo y Colldejou, aquí abajo…

 

Mirando hacia la Sierra de Llaberia.

 

Tomamos el camino del Portell del Llamp y, a través del Salt del Llop, alcanzamos primero el GR173 que baja del Portell de les Processons

 

y el Coll del Guix

 

Giramos a nuestra derecha, tomando la pista de la Vall de Maçanes.

 

Un hermoso ejemplar: la encina de l’Escoda.

 

Está siendo un extraño y caluroso otoño…

 

Y los madroños están repletos de lo que aquí llaman cireres de pastor.

 

Y ahora viene otro de los platos fuertes de la excursión: de la pista de Massanes sale un sendero a la derecha, que se interna en un bosque cerrado. Es el camí de Maçanes, también recuperado recientemente por estos chicos del Consorci, que no paran…

 

Un largo trayecto hasta acabar en la Fuente de Fontesaubelles, valga la redundancia, y que da nombre al pueblo. Un merecido descanso…

 

Una cabaña de piedra seca

 

Campos de avellanos

 

Ya se ve el pueblo

 

Hace ya tiempo del incendio que abrasó los alrededores del pueblo. Sólo las especies mas resistentes sobrevivieron: ahí podeis ver ejemplares de “molinus ventolarum”, especie invasora que prolifera últimamente por estas tierras.

 

Por la riera de Fontaubella

 

 

Otra hermosa y espectacular encina.

 

Salut !  y hasta la próxima